Notas de tres cuentos. Corrección

En el mar. Cuento de marineros. Chejov.

La forma de modalización narrativa del relato de Chejov consiste en un “Yo protagonista”, ya que el personaje central de la historia es, a la vez, el sujeto de la enunciación de su discurso. Esto permite al narrador realizar numerosas pausas del tipo disgresivo, en las que introduce indicaciones interpretativas e ideológicas.

Puede verificarse, a su vez, la secuencia narrativa estructurada jerárquicamente descripta por Jean Michel Adam y sus seis componentes fundamentales: situación inicial, complicación, acciones, resolución, situación final y evaluación. Ésta última no aparece en la superficie del texto, ya que como plantea Piglia sobre el cuento moderno, la historia secreta es contada de un modo elusivo y la tensión entre las dos historias es trabajada sin resolverla nunca.

Podríamos agregar que un segmento bastante amplio de tiempo de la historia es omitido del relato a través de la elipsis. Otra técnica narrativa utilizada por el autor es el ralenti, con el cual logra expandir el tiempo del relato a pesar de que el tiempo de la historia no es muy extenso. Se consigue a través de descripciones minuciosas de personajes y escenarios, y como efecto el lector siente que “acompaña” al protagonista y su padre a espiar por un agujero en la pared, y que ninguno comprende bien lo que está sucediendo hasta el final, cuando todos descubrimos la escabrosa verdad al mismo tiempo.

El cuento como posibilidad de espiar el drama ajeno, entendiendo a medias, malinterpretando, me remonta a la infancia… a esas conversaciones de adultos que escuchamos sin saber, a diferencia de los protagonistas del cuento de Chejov, cuándo es el momento de alejarse.


La forma de la espada. Jorge Luis Borges.

La forma de la modalización narrativa de este cuento es bastante singular, ya que comienza con un narrador testigo, el propio Borges, personaje periférico que asume la enunciación del discurso. Luego el personaje central también será sujeto de la enunciación de su discurso, mediante un monólogo en el que referirá su historia a Borges.

La temporalización es anacrónica, ya que el tiempo de la historia se ve alterado en el tiempo del relato mediante el uso de la analepsis para dar un salto hacia el pasado (flashback). El narrador también hará uso de la metanarración para tematizar sobre su propia manara de narrar. Es probable que gran parte de la verosimilitud del relato se deba a este recurso, muy utilizado en la mayoría de las obras de Borges.

En los teóricos pudimos ver cómo los relatos, según Bruner, tienen el poder de dar sentido a la experiencia, de permitirnos reflexionar sobre la experiencia, gracias a la cualidad del “extrañamiento”… Creo que lo que resulta más trágico del cuento de Borges es que este personaje, Vincent Moon, se “extrañe” de su propia historia de una forma tan extrema que incluso llegue a negar su identidad, en sus palabras, para evitar el desprecio de Borges; aún así, el lector sospecha que en realidad es para evitar su propio desprecio, y este relato “extrañado” es tal vez el único modo en el que puede permitirse reflexionar sobre su terrible historia.



¿Por qué no bailan? Raymond Carver.

Este cuento de Carver presenta algunos aspectos narratológicos poco usuales que cautivan la atención del lector. En primer lugar, la técnica narrativa más utilizada por el autor es la escena, que mediante el uso casi exclusivo del diálogo produce un ritmo narrativo equilibrado entre el desarrollo de la historia y del discurso. También resulta fundamental la utilización de la elipsis en la construcción del relato.

Otro aspecto inusual es el cambio de perspectiva en el discurso, que en un principio sugiere como personaje central a un determinado sujeto (el propietario de la casa) para luego “abandonarlo” y adoptar la visión de un personaje periférico (la chica).

Me hizo recordar bastante “Los Asesinos” de Hemingway. Los recursos que utiliza Hemingway en su cuento son similares a los empleados por Carver (escena y elipsis) y el efecto que producen no es muy distinto. La incómoda tensión que se genera a lo largo de todo el relato, esa inconfundible sospecha del lector de que tras estas escenas aparentemente triviales se cierne un drama terrible que en cualquier oración se revelará ante nosotros, sacudiéndonos del suelo con la violencia de un volcán en erupción… Tal vez en la próxima oración…

Lo que más me atrae de este cuento de Carver es cómo abre ante mí un sinfín de interrogantes sobre los protagonistas y sus historias cruzadas, cómo me da la libertad de imaginar otras tantas infinitas y posibles explicaciones, y cómo finalmente me abandona sin advertencia, entre muebles usados y los ecos de un viejo tocadiscos, preguntándome si es que en realidad existió algún volcán.

Notas de tres cuentos

En el mar. Cuento de marineros. Chejov.

La forma de modalización narrativa del relato de Chejov consiste en un “Yo protagonista”, ya que el personaje central de la historia es, a la vez, el sujeto de la enunciación de su discurso. Esto permite al narrador realizar numerosas pausas del tipo disgresivo, en las que introduce indicaciones interpretativas e ideológicas.

Puede verificarse, a su vez, la secuencia narrativa estructurada jerárquicamente descripta por Jean Michel Adam y sus seis componentes fundamentales: situación inicial, complicación, acciones, resolución, situación final y evaluación. Ésta última no aparece en la superficie del texto, ya que como plantea Piglia sobre la versión moderna del cuento, la historia secreta es contada de un modo elusivo y la tensión entre las dos historias es trabajada sin resolverla nunca.

Podríamos agregar que un segmento bastante amplio de tiempo de la historia es omitido del relato a través de la elipsis. Otra técnica narrativa utilizada por el autor es el ralenti, con el cual logra expandir el tiempo del relato a pesar de que el tiempo de la historia no es muy extenso. Se consigue a través de descripciones minuciosas de personajes y escenarios, y como efecto el lector siente que “acompaña” al protagonista y su padre a espiar por un agujero en la pared, y que ninguno comprende bien lo que está sucediendo hasta el final, cuando todos descubren la escabrosa verdad al mismo tiempo.

La forma de la espada. Jorge Luis Borges.

La forma de la modalización narrativa de este cuento es bastante singular, ya que comienza con un narrador testigo, el propio Borges, personaje periférico que asume la enunciación del discurso. Luego el personaje central también será sujeto de la enunciación de su discurso, mediante un monólogo en el que referirá su historia a Borges.

La temporalización es anacrónica, ya que el tiempo de la historia se ve alterado en el tiempo del relato mediante el uso de la analepsis para dar un salto hacia el pasado (flashback). El narrador también hará uso de la metanarración para tematizar sobre su propia manara de narrar. Es probable que gran parte de la verosimilitud del relato se deba a este recurso, muy utilizado en la mayoría de las obras de Borges.

¿Por qué no bailan? Raymond Carver.

Este cuento de Carver presenta algunos aspectos narratológicos poco usuales que cautivan la atención del lector. En primer lugar, la técnica narrativa más utilizada por el autor es la escena, que mediante el uso casi exclusivo del diálogo produce un ritmo narrativo equilibrado entre el desarrollo de la historia y del discurso. Me hizo recordar bastante “Los Asesinos” de Hemingway. También resulta fundamental la utilización de la elipsis en la construcción del relato.

Otro aspecto inusual es el cambio de perspectiva en el discurso, que en un principio sugiere como personaje central a un determinado sujeto (el propietario de la casa) para luego “abandonarlo” y adoptar la visión de un personaje periférico (la chica).

Notas sobre Piglia

15:13 Publicado por Alis 1 comentarios
Al repasar la “tesis del cuento” de Piglia, el primer relato que recordé fue uno que había leído hace bastante tiempo pero que me había impresionado mucho, “El puente sobre el río del Búho” del escritor norteamericano Ambrose Bierce. En aquel momento sentí cierta urgencia de releerlo para contrastar la tesis propuesta con un cuento de algún autor que Piglia no hubiera citado. Sucedió que, al no hacerlo de inmediato, acabé por postergarlo indefinidamente.

Hace unos días tuve la oportunidad de hacer la relectura del cuento de Bierce. En realidad, no se trataba de la primera vez que lo releía (la comprensión del relato en cierta forma lo exige), pero esta relectura fue esencialmente distinta a las anteriores. La diferencia fundamental, por supuesto, estaba en el análisis al que intenté someterlo. Comencé a leerlo con la inusual consigna de permanecer en cierta forma “ajena” a la historia, no “dejarme llevar” o envolver por las palabras, las imágenes y las emociones, estar “en guardia”, sospechando de cada frase, de cada oración aparentemente casual que en realidad conspira para guardar celosamente el secreto del cuento.

Podría pensarse que esta tarea resulta sencilla por tratarse de una relectura, donde uno ya sabe en qué consiste el “truco”, el “pase mágico” que ejecuta con maestría el narrador. Sin embargo, creo que esta circunstancia lo dificulta aún más, ya que con un relato que nos resulta admirable se establece un tácito “pacto de complicidad”, donde en cada relectura nos dejamos “engañar” nuevamente y con cierto placer. Quebrar este pacto es, en cierto modo, una traición.

Con cierta culpa me dispongo, de todas formas, a realizar un trabajo cuasi detectivesco: develar los precisos mecanismos que se articulan para ocultar la “historia secreta” a la que se refiere la tesis, desmontar pieza por pieza la estructura narrativa que antes sólo me atrevía a admirar en un respetuoso silencio de catedral. Mi análisis ahora tiene también algo de profano.

En el cuento de Bierce se desarrollan dos historias en las que, como sucede en el cuento clásico según Piglia, se narra en primer plano la historia 1 y se construye en secreto la historia 2. La historia 1 es la de un soldado a punto de ser ahorcado en el marco de la Guerra de Secesión norteamericana, una minuciosa descripción del escenario, de la intensidad con la que percibe los sonidos del ambiente y de sus últimos y alucinados pensamientos, entre ellos, la posibilidad de un escape. Cortázar decía que la única forma de capturar la atención del lector, “secuestrarlo” momentáneamente, es mediante un estilo basado en la intensidad y la tensión: no creo que haya mejor forma de definir el estilo de Bierce, que nos lleva a zambullirnos desde el puente con el desdichado soldado, nadar vigorosamente entre una salva de disparos, caminar desfalleciendo por el bosque, atisbar el anhelado hogar, la mujer… Intensidad y tensión, estrategia del relato puesta al servicio de la narración cifrada, como expone Piglia.

El efecto sorpresa se produce al final, cuando la historia secreta es develada resignificando completamente la “historia visible”, como también ocurre en el texto de “La forma de la espada” de Borges. A su vez, podemos notar que los mismos acontecimientos entran simultáneamente en dos lógicas narrativas antagónicas, como propone la tesis, y en el relato se anticipa su resolución, aunque de forma ambigua, a través de los “puntos de cruce” de las dos historias.

Lo que tal vez aún resulte inexplicable es la forma en la que el narrador logra que, cuando en las relecturas nos percatemos de estos cruces y presintamos el trágico desenlace, éste se nos presente con la misma fatalidad, una y otra vez, dejándonos con la incómoda sensación de que hemos contribuido a él con nuestra propia falta de agudeza. Entonces acompañamos al vilo las últimas oraciones, sabiendo que ya es demasiado tarde, pensando que si tal vez nos hubiéramos percatado antes, tal vez… Éste es el “pase mágico” que escapa a cualquier tesis.

Finalmente, tengo la sensación de que este principio de análisis de la estructura del cuento de Bierce ha contribuido más que traicionado a mi admiración por su perfecta trama y composición. Por supuesto, recomiendo su lectura que puede hacerse en http://www.lainsignia.org/2002/agosto/cul_066.htm.