Lo que no esperamos ver. Versión II

domingo, 2 de mayo de 2010 17:19 Publicado por Alis
Esperamos ver
algo que no esperamos ver
I SAT; Bafici 2010

A las puertas de Shopping del Abasto, aún cerrado en este jueves de llovizna temprana, se comienza a reunir un animado grupo de estudiantes de Cine, un par de profesores discutiendo acalorados, algunos cinéfilos improvisados para la ocasión con la programación en mano y una estudiante de Comunicación con frío, aguardando impacientes. Finalmente las puertas se abren y avanzamos sin dirigir una sola mirada a los negocios que nos rodean: es que el espacio del Bafici, exacta copia de mis impresiones del año anterior, nos recibe con sus primeras funciones del día.

En su duodécima edición, el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici) ya se ha consolidado para muchos, como lo ha definido su director artístico Sergio Wolf “ un movimiento autónomo en su desafío por darle un espacio y una perspectiva a la interrogación sobre el futuro del cine.” De la misma forma, numerosos han sido sus detractores durante estos años, calificándolo como críptico o elitista, e inclusive algunos directores participantes, según afirma el director José Campusano, han tenido “múltiples ocasiones para comprobar con qué desparpajo se ignoran las nuevas propuestas, favoreciendo una secular camada de amigos.” Tal vez sea esta misma variedad de apreciaciones y el intenso debate que suscitan parte de los factores determinantes del “fenómeno Bafici”, tan sugestivo para esta espectadora como los filmes que se exhiben en su marco.

Cerca de las boleterías encuentro a mi compañero Guillermo y nos dirigimos sin prisas a la sala correspondiente, rodeados por grupos con tarjetas de acreditación a modo de colgantes. En las butacas detrás de las nuestras se ubican un par de estudiantes extranjeros, “colombianos”, afirma Guille reconociendo un acento familiar. “De Bogotá” arriesga, mientras el aroma a café inunda la sala y la proyección comienza. Los últimos en llegar deberán guiarse con las luces de sus celulares y yo tomo una pocas notas en una hoja de anotador.

“Mary and Max” fue una recomendación de Emilia en el taller de modo que la “cuota de riesgo” asumida no es tan considerable como tiende a serlo en estas ocasiones. La breve sinopsis que figura en la programación anticipa: “una niña australiana, un solterón neoyorquino y una amistad por carta que durará hasta el fin de sus vidas, tan grises como los cuadros animados de esta ópera prima...”

Cualquiera que haya tenido la oportunidad de apreciar la película en cuestión se percatará inmediatamente de algunos errores y omisiones. Tal vez la Nueva York urbana de Max se presente en blanco, negro y grises, pero la suburbana Australia de Mary se desenvuelve en una paleta de marrones, ocasionalmente teñida por un rojo reservado para los objetos más simbólicos, como un pompón que la pequeña envía a su único amigo por correspondencia.

A su vez, cabe mencionar que a pesar de que “Mary and Max” es el primer largometraje de su director, el australiano Adam Elliot, éste ya ha conseguido reconocimiento y prestigio internacional gracias a sus trabajos previos. Entre estos se destaca “Harvey Krumpet”, un cortometraje que le valió un Oscar en 2003 y que se puede apreciar en I Sat con regularidad, como tuve oportunidad de hacerlo. Todas sus obras pertenecen al subgénero que él mismo denomina “Clayography” (biografías animadas con arcilla)

El film exhibido en el Bafici, que tiene una duración de 92 minutos y llevó 57 semanas de rodaje, está basado en una historia real: Elliot tiene un amigo por correspondencia en Nueva York desde hace 20 años que tiene Síndrome de Asperger, al igual que Max, el protagonista de la historia. Las personas afectadas por este trastorno neuromental, similar al autismo, poseen una escasa habilidad para las interacciones sociales y rechazan cualquier tipo de cambio. Claramente esto incluye cambios de “escenario”, por lo que es probable que los turbulentos viajes interiores que Max realiza a través de sus cartas sean los únicos posibles para él.

Elliot afirma que con esta película “quería que la gente dejara el cine teniendo una mayor comprensión de cómo es tener Asperger, cómo es sentirse solo y ser percibido como raro o diferente, y generar un poco de empatía por la humanidad.” Diferencia, aceptación y soledad son temáticas recurrentes en sus filmes, agradablemente matizados con algo de humor y melancolía. Otra constante en el interior de la película podría ser aquel postergado viaje a Nueva York que posibilitaría el anhelado encuentro de los protagonistas. Mientas tanto, el espectador se conforma con que las cartas continúen viajando de un continente a otro.

Podría concluir mi crítica calificando “Mary and Max” como un film honesto y conmovedor sobre aquel íntimo deseo humano de amor y aceptación a pesar de las diferencias, sin intentar cambiar al otro, como Mary también tendrá la oportunidad de aprender; que nos recuerda felizmente aquella célebre frase de Hitchcock: “El cine no es un trozo de vida, sino un gran pedazo de pastel.” Cuando las luces se encienden resulta evidente que también pertenece a esa clase de películas tras las cuales los espectadores no se apresuran a abandonar la sala, sino que permanecen unos momentos más en sus butacas, intentando asir esa última sensación, esa última sonrisa que dejan.

Cuando finalmente Guillermo y yo regresamos a la planta baja del Shopping me dedico a recorrer el espacio lentamente, hasta sentarme al lado de alguien que hace comentarios apresurados sobre un cronograma confeccionado para verse “todo”, ya que pidió un par de días en el trabajo. Me pregunto cuánta gente en sus mismas condiciones habrá aquí, cambiando sus rutinas diarias por el vértigo de correr de una sala a otra en el nombre del cine independiente, extenuados cual maratonistas.

Durante esta edición del Bafici se exhibieron 86 títulos argentinos de un total de 422 películas de 48 países diferentes. Si agregamos al número de entradas vendidas la asistencia a las actividades gratuitas paralelas a las funciones cinematográficas la concurrencia de este año superó las 280 mil personas, cifra un 10% superior a la de 2009. El director artístico del festival definió las líneas maestras que guían su construcción con una serie de interrogantes, entre ellos “qué pasa con los sistemas políticos, qué pasa con las personas en los sistemas políticos, qué pasa con los cineastas en los sistemas políticos." Creo que una posible respuesta no se encuentra solamente en el interior de las salas de cine.

Cuando salgo del Shopping me dispongo a tomar algunas fotografías de la instalación del Rati Horror Show, ubicada al pie de las escalinatas de la entrada sobre la calle Agüero. Se trata de un auto acompañado solamente por dos carteles con inscripciones: “Aviso a la población. Si usted es un ciudadano común y es interceptado por un auto como éste, deténgase. Aunque no lo parezca, son policías. Si no lo hace, corre el riesgo de recibir 8 impactos de bala como Fernando Carrera… Si usted es policía no intente interceptar este auto porque, aunque no lo parezca son policías. Si lo hace, corre el riesgo de recibir 10 impactos de bala como el Cabo Jorge Saravia de la Policía Bonaerense”

Luego me enteraré que la película de Enrique Piñeyro investiga el caso de Fernando Carreras, sentenciado a 30 años de cárcel por el crimen que los medios dieron en llamar “la masacre de Pompeya”, en un marco de grave corrupción policial. Según su director, el objetivo que generalmente persigue al realizar un filme es transformar la realidad de alguna forma con él. Creo haber encontrado aquí una punta del hilo que enhebra todas las películas que buscan algo más que formar parte de una inexplicable maratón y recibir una buena crítica, películas que ya sea desde la denuncia política o la historia de una amistad sin barreras iluminan ciertos bordes de la realidad que de otra forma permanecerían en penumbras, obligándonos a mirar el mundo con ojos que no son los nuestros, pero podrían serlo. Y eso a veces incomoda.

El auto de la instalación tiene chapa de la Policía y pedido de captura. Un miembro de la Policía Federal se aproxima, lo rodea y se asoma al interior por una ventanilla. Demoro mis fotos mientras lo escucho utilizar su radio: -Si, es un Peugeot 504. Negro.- Mientras comienzo a alejarme, intentando reflexionar sobre la relación del cine, el Bafici, los pasteles y las biografías de arcilla lo escucho citando “Si Ud. es un policía deténgase…” al tiempo que un guardia del Shopping llega a su lado.

¿Lo que no esperamos ver?

5 Response to "Lo que no esperamos ver. Versión II"

  1. Alis Says:

    Perdón por la demora, tuve un imprevisto este fin de semana. Para esta corrección espero haber podido aplicar bien algunos de los puntos que resaltamos en clase y que fueron de gran ayuda. Creo que el texto se entiende mejor ahora, y agradezco nuevamente las sugerencias que recibí. Gracias también desde ya por cualquier sugerencia sobre éste.

  2. Claudia Risé Says:

    3-5
    gabriela, el texto se reordenó, y tomó una forma, buen trabajo
    claudia

  3. Emilia Says:

    Lo mismo digo, ahora queda mucho más claro el eje sobre la película en sí y el festival. Me gusta.

    Si tenés ganas de seguir viendo buenas películas que trabajan sobre el síndrome de Asperger, tratá de conseguir Adam (por Internet seguro la encontrás). Es un film romántico muy interesante, que da cuenta de la relación entre un chico con este síndrome y una muchachita "sana". No cae en los clichés del género y cosntruye algo bastante original, sin volcarse hacia la comedia vacía ni al melodrama o golpe bajo.

    Hasta mañana, saludos.

    Emilia

  4. Alis Says:

    Gracias por los comentarios. Yo del síndrome de Asperger leí un libro que me gustó mucho, narrado por un adolescente, Christopher que tiene el síndrome: " El curioso incidente del perro a medianoche". Es de Mark Haddon. Voy a ver si consigo Adam. Saludos!

  5. Alis Says:

    Ahí corregí algunas cosas por sugerencia de Emilia. Gracias, no me hubiera dado cuenta sola.

Publicar un comentario