La tesis desarrollada por Clifford Geertz en su trabajo “Estar allí” parece atentar en cierto modo contra nuestra intuición: La capacidad de “convencer” de un texto etnográfico no reside en el poder de su sustantividad factual, sino más bien en su habilidad para persuadirnos de que es el resultado de haber podido penetrar en otra forma de vida, de realmente haber “estado allí.”Creo que me resulta tentador, incluso necesario, vincular esta propuesta a otros campos discursivos con los que tal vez esté más familiarizada que con el antropológico.
Desarrollando mi afirmación previa, “Estar allí” contraría la intuición, o tal vez una idea bastante corriente que solemos adquirir con la lectura de discursos de ciencias tan diversas como la sociología o la economía, e incluso con el discurso político: La credibilidad de un texto, en particular del científico, está construida principalmente por la cantidad de datos, cifras y estadísticas que lo ratifican. Esta idea no concede la importancia necesaria a aquello imprescindible, según Geertz, para la credibilidad de un texto antropológico: esa persuasión de que lo que se relata, el “milagro invisible”, ha ocurrido. Y es precisamente para lograr esta "persuasión" que interviene la escritura.
El autor afirma que la única forma de “captar el reto” que supone esta dualidad del discurso etnográfico, el cual debería ser tanto científico como literario, es a partir de la observación de los propios textos etnográficos. Es aquí donde interviene el análisis de la dimensión retórica de un discurso, cómo se organiza, qué operaciones retóricas intervienen (metáforas, metonimias, entre otras), su extensión, etc. Se trata nada más y nada menos que de un “giro semiótico” en los textos de las ciencias sociales, comenzar a reflexionar sobre cómo la forma en que se construye un relato afecta el sentido global del mismo, independientemente de su “contenido” (dimensión temática).
Al leer la cita del texto de Danforth una comparación con el trabajo del cronista también resulta inevitable, ya que se refiere al obstáculo fundamental para la comprensión significativa del Otro, constituido por la brecha entre el familiar “nosotros” y el exótico “ellos”. Para este autor la única forma de superarlo es mediante algún tipo de participación en el mundo del Otro, lo cual me remite a un pensamiento del cronista polaco Ryszard Kapuscinski: “Es un error escribir sobre alguien con quien no se ha compartido al menos un tramo de vida.”
Finalmente, Geertz agregará a su tesis original que “los etnógrafos necesitan convencernos no sólo de que verdaderamente han estado allí, sino de que, de haber estado nosotros allí hubiéramos visto lo que ellos vieron, sentido lo que ellos sintieron, concluido lo que ellos concluyeron”. Curiosamente (o tal vez no tanto) encuentro reflejada esta misma idea en un fragmento de “Pedro Páramo” de Juan Rulfo, una de mis citas recurrentes: “Yo imaginaba ver aquello a través de los recuerdos de mi madre; de su nostalgia, entre retazos de suspiros. Siempre vivió ella suspirando por Comala, por el retorno; pero jamás volvió. Ahora yo vengo en su lugar. Traigo los ojos con que ella miró estas cosas, porque me dio sus ojos para ver.”
Desarrollando mi afirmación previa, “Estar allí” contraría la intuición, o tal vez una idea bastante corriente que solemos adquirir con la lectura de discursos de ciencias tan diversas como la sociología o la economía, e incluso con el discurso político: La credibilidad de un texto, en particular del científico, está construida principalmente por la cantidad de datos, cifras y estadísticas que lo ratifican. Esta idea no concede la importancia necesaria a aquello imprescindible, según Geertz, para la credibilidad de un texto antropológico: esa persuasión de que lo que se relata, el “milagro invisible”, ha ocurrido. Y es precisamente para lograr esta "persuasión" que interviene la escritura.
El autor afirma que la única forma de “captar el reto” que supone esta dualidad del discurso etnográfico, el cual debería ser tanto científico como literario, es a partir de la observación de los propios textos etnográficos. Es aquí donde interviene el análisis de la dimensión retórica de un discurso, cómo se organiza, qué operaciones retóricas intervienen (metáforas, metonimias, entre otras), su extensión, etc. Se trata nada más y nada menos que de un “giro semiótico” en los textos de las ciencias sociales, comenzar a reflexionar sobre cómo la forma en que se construye un relato afecta el sentido global del mismo, independientemente de su “contenido” (dimensión temática).
Al leer la cita del texto de Danforth una comparación con el trabajo del cronista también resulta inevitable, ya que se refiere al obstáculo fundamental para la comprensión significativa del Otro, constituido por la brecha entre el familiar “nosotros” y el exótico “ellos”. Para este autor la única forma de superarlo es mediante algún tipo de participación en el mundo del Otro, lo cual me remite a un pensamiento del cronista polaco Ryszard Kapuscinski: “Es un error escribir sobre alguien con quien no se ha compartido al menos un tramo de vida.”
Finalmente, Geertz agregará a su tesis original que “los etnógrafos necesitan convencernos no sólo de que verdaderamente han estado allí, sino de que, de haber estado nosotros allí hubiéramos visto lo que ellos vieron, sentido lo que ellos sintieron, concluido lo que ellos concluyeron”. Curiosamente (o tal vez no tanto) encuentro reflejada esta misma idea en un fragmento de “Pedro Páramo” de Juan Rulfo, una de mis citas recurrentes: “Yo imaginaba ver aquello a través de los recuerdos de mi madre; de su nostalgia, entre retazos de suspiros. Siempre vivió ella suspirando por Comala, por el retorno; pero jamás volvió. Ahora yo vengo en su lugar. Traigo los ojos con que ella miró estas cosas, porque me dio sus ojos para ver.”
17 de mayo de 2010, 10:18
gabriela, excelente la relación con Rulfo, también viajero, fotógrafo y muy cercano a la antropología
la ideas del segundo párrafo me resultan confusas, aunque interesantes, ¿revisás?
claudia
17 de mayo de 2010, 19:07
Espero que la corrección haya servido..